martes, 12 de enero de 2010

No estamos locos que sabemos lo que queremos

El pasado lunes experimenté una extraña sensación en la consulta del dentista. En una conversación irónica sobre la extracción de mi última muela del juicio ambos llegamos a la conclusión de lo fácil que sería la vida sin preocupaciones y en una absoluta ausencia de complicaciones. La conversación desvió a un tema más complejo pero la situación en la que me encontraba me obligó a mantenerme callada. Imagínense a un dentista haciendo su trabajo, con mi boca totalmente abierta e inamovible y emitiendo sonidos extraños afirmando o negando la conversación que continúo mi dentista. Hoy, al leer una noticia sobre la nueva Ley de Economía Sostenible donde anunciaba que no sólo se cerrarán las webs de descargas ilegales sino todas aquellas webs sin ánimo de lucro que actúan de mala fe y causen daño patrimonial me he encontrado de nuevo en la misma situación. ¿Cuál es la semejanza entre la situación con mi dentista y la de mi gobierno? Pues que en ambos casos, esté o no esté de acuerdo con ellos, se nos tapa la boca y no se nos permite hablar.
No estoy de acuerdo con esta nueva Ley de Economía Sostenible, y mucho menos con la censura con la que nuestro gobierno pretende cerrar bocas.
El mundo de Internet goza todavía de sus propias reglas, para muchos es nuestro medio de expresión y nuestra manera de rozar un mundo que muchas veces nos parece injusto.
Tener opinión de algo e ir en contra de lo establecido no es sinónimo de actuar de mala fe, sino es mantener una conciencia que nos permite discernir entre lo bueno o lo malo según nuestro propio juicio, y por tanto la libertad de expresión que está reconocida en nuestra Constitución es un DERECHO.

viernes, 8 de enero de 2010

“Mis hijos tienen frío”. “¿Y qué? ¡Tienen que hacerse fuertes!

En la vida no hay mejor aprendizaje que el que se hace por la fuerza. Eso opinan algunos mayores cuando nos dan consejos para educar a nuestros hijos. Por esa razón, los padres del CP Clara Campoamor de Elche sabemos, que el frío que pasan nuestros hijos en sus aulas por no tener calefacción no es sinónimo de dejadez ni de despreocupación por la educación que recibimos los valencianos, sino todo lo contrario. Nuestros gobernantes, a la cabeza en educación el Sr. Font de Mora, aprovechan cualquier inclemencia temporal para repetirnos que están haciendo lo mejor por nuestros hijos: los están haciendo fuertes.
Pero yo, como madre de las de hoy en día, sufro. Imagino a mis hijos en las aulas frías de un colegio antiguo, sin buenas instalaciones eléctricas, con un barracón como comedor, con un minúsculo gimnasio ubicado en el sótano del edificio. Imagino a los profesores y a sus alumnos con los abrigos puestos, jugando a fumar con el vaho de sus bocas porque del frío les han paralizado hasta las manos y ya no saben como pasar las horas. Imagino a las cuidadoras de los más pequeños cubriéndolos con mantas en los escuálidos colchones repartidos por el suelo, con el llanto de esos niños agotados pero que no pueden dormir por culpa del frío.
Imagino a esas madres que sufren porque no saben si se les subirá el jersey y quedaran los riñones de sus hijos al descubierto mientras el gélido aire de días como este se aprovecha de nuestra ausencia.
Gracias Sr. Font de Mora, por ofrecerles a nuestros hijos la posibilidad de que crezcan con el espíritu de la lucha. Para que se inmunicen con los resfriados que seguramente tendremos en los próximos días en nuestros hogares, y sobretodo por tenernos tan en consideración y en consecuencia tan bien agradecidos.