miércoles, 21 de abril de 2010

Velos y marcas

Hay un cuento de Jorge Bucay titulado “El Elefante”. Es la historia del elefante protagonista de un circo que mostraba su fuerza y su tesón al público, pero que en la trastienda del mundo de la farándula donde vivía estaba atado a una cadena de hierro. ¿Porqué se preguntó un niño?¿Porqué un animal de tal valía no era capaz de romper su encadenamiento? Y la pregunta era muy fácil de contestar y muy difícil de comprender. Porque aquella cadena estaba desde que el elefante era un bebe, y entonces no la pudo romper, y después, cuando ya era mayor seguía creyendo que jamás podría romperla, y ya nunca más lo intentó.
Una moraleja que podríamos aplicar al tema candente de los velos y símbolos religiosos. Porque no deberíamos debatir entre si se acepta o no el uso de estos símbolos sino el hecho en sí que obliga a las personas a usarlos. Como el elefante, muchos habrán olvidado de que llevan utilizándolo desde la infancia y a día de hoy, su capacidad de juicio queda relegada a su uso sin más.
No deberíamos cuestionar qué símbolos deambulan por los colegios cuando en nuestra sociedad se les permite a las empresas y a las grandes corporaciones publicitarse dentro de los colegios y abusar de esclavos inconscientes a los alumnos que llevan la marca impresa en sus camisetas, deportivos y demás prendas de vestir. La simbología del capitalismo está expuesta frente a nuestras narices y ni si quiera la vemos, pero tenemos el don de sacar nuestra vena racista para atacar a niñas que están en un proceso evolutivo de su propia conciencia. Porque la educación es el mejor camino para llegar a la libertad y ellas están en él. Y quizás el día de mañana, sin obligación ni deber, serán totalmente libres de decidir si cubren o no sus cabezas. Hagamos más fácil su libertad y aprendizaje y cuestionemos más nuestros encarcelamientos sociales como el capitalismo que nos azota.