martes, 19 de febrero de 2013

Quo vadis?




La semana pasada colaboré, junto con otra mamá, en unas actividades para fomentar la lectura en el colegio público donde estudian mis hijos.

No somos unas expertas animadoras, ni personas con demasiada gracia para contar cuentos, pero desde luego que pusimos nuestro empeño en hacerlo, y añado que tuvimos que utilizar la lengua valencia con poca destreza, ya que elegimos este plan lingüístico para nuestros hijos (con el fin de que en un futuro, no pequen como yo de no conocer la lengua del pueblo en el que viven).
De esta forma, preparamos con esmero y delicadeza la actividad, quisimos que fuese amena, divertida y que los niños disfrutaran con ella. Pero no lo conseguimos.

Quizás no fuimos las mejores oradoras del mundo, ni las más divertidas, ni las más elocuentes, puede que ahí radicara un poco el fallo. Quizás tampoco elegimos el mejor cuento, ni con la temática más adecuada, y quizás la culpa de este fracaso fuese solo nuestro. Pero como ya he dicho al principio, fuimos voluntarias y con mucha ilusión al respecto.Y pese a la ilusión, e incluso la decepción, de que los niños no vivieran el cuento tal y como nosotras habríamos querido, la experiencia fue bastante dolorosa.

Debo decir, que no pude dejar de evocar mis momentos en la escuela. Ya que el recuerdo que tengo de ellos siempre aviva sensaciones muy agradables: el olor a lápices, a goma de borrar, la pizarra, los libros... avivaron todos esos recuerdos. Pero la situación que viví me hizo comparar a la generación que tenía delante de mi  a la que yo fui una vez.

Siempre la he recordado con respeto. Si, había niños más charlatanes, desobedientes, contestones, sí. Pero ante todo, había un profundo respeto hacia los profesores. Y revivirlo hizo que esa comparación me reafirmara como se destruye la educación. Porque presenciar aquel escenario de niños revueltos y nerviosos impedía a la docente tomar las riendas de una clase con veintiocho niños. Aunque era viernes, y víspera de empezar el fin de semana, y los niños estuvieran más nerviosos que de costumbre, se pudo percibir muchas cosas, que desde luego, deberían a los padres a invitarnos a una profunda reflexión sobre cómo estamos educando a nuestros hijos. Hubo de todo, niños con una escasa ingenuidad que se percibía de niños de apenas 7 años, falta de respeto, falta de valores… Y  hubo un momento que se me quebró el alma cuando un niño dijo que él no creía en la magia. Lo reconozco, me dio pena pensar, que su raciocinio infantil, no era un buen síntoma de madurez, sino una quiebra muy temprana de su infancia.

Pero si todavía no había visto poco, me sentí tan indefensa entre esas cuatro paredes, siendo partícipe de lo que los maestros tienen que lidiar: enseñar modales, enseñar respeto, enseñar empatía, enseñar y enseñar tantas cosas que se alejan de la cultura, porque tiene que ser tan difícil esta ahí, con esos niños, que unas veces atienden, otras miran el techo y otras chinchan al compañero....

Días después a esta experiencia que viví, una buena amiga que tiene una niña en proceso de escolarización me preguntó por el colegio. Quería información sobre él para poder elegir un lugar dónde su hija aprendiera. Y aunque hablé y alabé al centro, no supe como decirle que qué podemos esperar de la educación de nuestros hijos, cuando el sistema educativo está gobernado por quienes no quieren una educación pública de calidad, cuando las condiciones para impartir las clases, ya sea por burocracia administrativa o por dejadez de los padres cada vez encuentra más barreras y cada vez se diluye más y se desvanece de su significado.Qué decir cuando el después venga cargado de remordimientos por no haber "hecho un poco más" para salvar el futuro educativo de nuestros hijos.

miércoles, 13 de febrero de 2013

DEP



Que descansen en paz todos aquellos que en los últimos años no lo hayan hecho en vida. No era de las que el miedo se había instalado en mí, pero ahora, su sombra me atemoriza. Aunque todavía tengo coraje para hacerle frente, porque, demos gracias, que aún seguimos en el camino.
Desoladora quizás sea la palabra para definir tan macabra situación que estamos viviendo en España, pero es más tétrica si cabe, cuando es a tu lado donde suceden los desahucios, los no puedo aferrarme más a esta vida, los que miran al futuro con la incertidumbre acomodada a su lecho.

¿Hasta cuándo? ¿Hasta qué momento debemos seguir aumentando la sinrazón de los acontecimientos que día a día nos encontramos?

Siempre, siempre defiendo el poder del pueblo frente a los bárbaros que nos gobiernan. A esos que no les importa que el pan llegue a tu boca, porque ellos tienen buenas vacas para alimentarse y buen vino con el que celebrar sus victorias. ¿Pero es defendible ese poder ciudadano? Porque es inaceptable que los vaivenes de rumbo del Gobierno sean a causa del dolor y sufrimiento que lleva al pobre a desprenderse de su vida.

¿Qué vida nos quitáis? ¿Esa que pasamos aumentando vuestras plusvalías? ¿Esa que desperdiciamos en tiempo por proteger a nuestras familias del hambre?

De qué hablar sino del recuerdo de quienes se van, de una forma tan tormentosa, dejando dolor y rabia en su entorno. No sé si os complaceremos con la valentía de afrontar lo que nos toca, pero os aseguramos que vuestra ida aún mueve el motor de las injusticias con más fuerza, y por ende, vuestro recuerdo estará presente en nuestra lucha. 

miércoles, 6 de febrero de 2013

Los niños del Clara Campoamor conmemoran el día de la Paz



Las fechas de días cualesquiera se transforman en conmemoraciones de actos que siempre deberían ser intrínsecos al ser humano. Porque el 30 de enero significa muchas cosas: El día de No-violencia y la Paz, el día del aniversario de la muerte de Mahatta Gandhi y el día en el que gracias al poeta y pacifista mallorquín Llorenç Vidal Vidal, en el año 1964 se fundó la jornada educativa no gubernamental  en España como un punto de partida y de apoyo para una educación no-violenta y pacificadora de carácter permanente. Y así lo han vivido los niños del Clara Campoamor de Elche.

Y aunando historia y memoria, el Ceip Clara Campoamor de Elche, quiso rendir homenaje en éste día con actividades que formen la paz, la cooperación y la solidaridad entre los niños. Entre esas actividades se realizó un concurso de dibujo dónde participaban todas las aulas, y se expuso en el hall del colegio, y cuyos dibujos irán a formar parte de un gran mural que se expondrá en el patio del centro. Además, se decoraron palomas de la paz con la huella blanca de las palmas de los niños.


Conjuntamente, desde la asignatura de música se enseñó la canción de ‘Jo vull la Pau’ que fue entonada a ritmo de piano por toda la comunidad educativa en el patio, donde se formó un gran círculo humano, con sus cuatro líneas dentro que forman la huella de un ave y creado por Gerald Holtom icono del día de la Paz. Además, desde el mismo centro varios alumnos soltaron cuatro palomas que revolotearon por el cielo y el palmeral adyacente.

Lorenzo Vidal Vidal
De Lorenzo destacar su labor como poeta, educador y pacifista, entre ellas el DENIP (Día Escolar de la No-violencia y la Paz), con una gran difusión internacional  que ha conseguido que celebrar el día de la Paz sea motivo de dedicación en las escuelas de casi todo el mundo. Son sus palabras el germen de sus deseos: “una semilla de no-violencia y paz depositada en la mente y en el corazón subconsciente de los educandos, y a través de éstos, en la sociedad”. Así es como la huella de Vidal sigue vive y ha conseguido crear conciencia de paz interior y exterior a través de la educación.

Mahatma Gandhi
Del activista Gandhi qué decir que no se haya dicho ya sin dejar de recordar su incansable lucha social, su resistencia no violenta, su reclamo a la independencia de la India. Incluso su trabajo incansable por reformar la sociedad en proyectos de integración de todas las clases o el desarrollo de las zonas rurales hasta que fue asesinado un 30 de enero en 1948. Y entre sus citas más célebre está aquella que decía: “No hay camino para la Paz, la Paz es el camino”

Los niños del Clara Campoamor tuvieron la oportunidad de contribuir a que la comunidad educativa se convierta en un instrumento de paz, de nuevas formas de entendimiento entre la diversidad cultural, racial, religiosa, y con la ambición de ser un reflejo de una sociedad que comparte defectos, pero que también educa para vivir y ayuda a los alumnos a adquirir las capacidades y competencias necesarias para una participación social activa. Hay que favorecer, a través de la educación, a la concienciación de todos de que un mundo mejor, más justo y más humano permita que todos los individuos tengan la misma oportunidad de desarrollar sus facultades en el seno de una sociedad democrática, libre, justa, responsable y en paz.