martes, 7 de mayo de 2013

9 de Mayo


Tengo la grandísima suerte de poder ayudar a mis hijos en sus tareas escolares. Digo grandísima porque, para bien o para mal, tuve la suerte de pertenecer a una generación que marcó mucho la vida de la gente media de éste país: La educación llegaba a muchos hogares.

Familias trabajadoras pudieron, en muchos casos, darles a sus hijos la posibilidad de estudiar alguna carrera y que esos estudios formaran parte de su vida profesional.

Por eso, aún puedo dar gracias de sentarme con mis hijos, ayudarles en los problemas que les surgen en su andadura por primaria, y no sé hasta dónde o cuál será nuestro límite en su educación.

Y ésta reflexión viene, porque recuerdo el momento en el que mis padres tuvieron que decirnos: “No puedo ayudarte, ya no sé resolver esos problemas”. Aquella frase que me dejó desprotegida en la educación que recibía en mi hogar, pero que pude complementarla en las aulas.

Nunca pensé que el progreso que se me daba entonces, las oportunidades que los hijos apenas valorábamos pero que se nos hacían recordar por nuestros progenitores, y que no tuvieron aquellas oportunidades, hoy, una generación después, se esté destrozando desde las instituciones públicas que, valga la contrariedad, deben proteger al ciudadano.

Hoy más que nunca, y como una compensación a nuestro “¡uff, siempre estáis con lo mismo!” que soltábamos cuando ellos, los abuelos de hoy, nos martirizaban con el “aprovecha, que yo no pude hacerlo”.

Hoy en honor a aquellas palabras, en agradecimiento a sus esfuerzos, sacrificios y tesón para que tuviésemos un porvenir debemos luchar contra este retroceso.

El próximo día 9 de mayo sobran las excusas y falta el coraje necesario para parar los pies a quienes deciden sin más, robarnos pasado, presente y futuro.

El 9 de mayo, si no lo haces por unos, tus hijos, hazlo por los otros, sus abuelos. Demostremos a nuestros padres y abuelos que sus enseñanzas no cayeron en balde, y que hoy seguimos sus consejos para el mejor porvenir de sus nietos.