Un día, un grupo de madres, cansadas de oír tanto la frase “cómprame
esto, cómprame lo otro”. Y cansadas además de sucumbir a la propia sociedad
capitalista promovieron crear una actividad para inculcar otros valores a sus
hijos. Así fue como la idea fue tomando forma hasta crear el Mercadillo delTrueque.
Y de aquel primer año, de la experiencia y de las
sensaciones, se gestó el germen para la segunda edición. Y es que hasta las
propias organizadoras no sabían muy bien qué pasaba porque todo se
materializaba para que el objetivo saliera perfecto.
La segunda edición de esta forma antigua de cambiar cosas se
ha plasmado en una nueva manera de relacionarse entre la comunidad. Ya que el día
23, la plaza de Castilla se convirtió en el punto de encuentro de niños, padres
y abuelos, de comerciantes y clientes, de instituciones y ciudadanos. Todos
dispuestos a pasar un día inolvidable y sobre todo a enseñar una de las lecciones más
importantes: La cooperación.
Fue un día intenso lleno de emociones y experiencias que
todos los vecinos de la zona nueva de Altabix pudo compartir. Desde las 8 de la
mañana, ya estaban los papás organizando la infraestructura de los puestos y de los
stands. Y es que fueron más de 40 niños los que, ubicados en su lugar, aprendieron a
negociar con sus propias reglas, con sus deseos y sus necesidades. Sin embargo, los padres debían aceptar las normas del trueque y mantenerse ajenos a las negociaciones de
sus hijos, aunque algunos lo aceptaron más que otros. Y así, tanto progenitores como niños
aprendieron el valor del trueque por necesidad y pretensión y no a cambio del
dinero. Y aunque el trueque existe desde tiempos inmemorables, a
todos los participantes, aún contaminados por ese frenético consumismo, les
costó asimilar algunos tratos. Pero aún así, fue una experiencia enriquecedora
para muchos e incluso los adultos pidieron que en la próxima edición se pudiera
intercambiar cualquier cosa además de juguetes.
La jornada se desarrolló con la armonía propia de un ambiente
dispuesto a compartir y a colaborar con todas las actividades. Además, los
comercios de la zona, que tan dispuestos estuvieron a participar recogieron más
de 500 kg de comida para entregar a Cáritas a cambio de regalos y descuentos de sus establecimientos, pero también esos juguetes de los
que muchos se desprendieron para dar paso a los nuevos, fueron a La Cofradía El
Lavatorio para los niños más desfavorecidos.Asimismo, hubo un punto de recogida de tapones para ayudar a esas personas que necesitan ayuda y la que reciben no es suficiente.
Entre las acciones educativas cabe resaltar a las AMPAS
del Clara Campoamor y del Pla, ya que el primero recogió libros para el colegio
y el segundo material escolar. Y también agradecer a los profesores del Clara Campoamor que estuvieron allí, con un taller de instrumentos musicales compartido por todos sus alumnos y enseñándoles a trabajar en equipo y a reciclar.
Hasta hubo momentos
para disfrutar con los animales y aprender de ellos. Y tampoco faltó la dedicatoria a esos abuelos que tanto y tanto ayudan a sus
hijos y a sus nietos. Porque en el taller “No nos olvides” los nietos les
pidieron a su mayores que les cantaran villancicos a cambio de una rosa. Y también estuvo presente una red laboral donde todos los vecinos del barrio dieron a conocer su actividad profesional para el resto y así promocionarse.
La II edición del Mercadillo del Trueque fue bonita porque
en un mismo escenario hubo solidaridad, compañerismo, amistad, cooperación y
magia. Lo que más abundaba por el mercadillo era la magia que hizo posible este
momento compartido. Y sobre todo ese día se pudo plasmar algo muy importante:
Que entre todos, se puede.
Raquel, Maite e Inma