lunes, 21 de enero de 2013

La pequeña esfera de la corrupción


Salta a los medios de comunicación otro de los miles de casos de corrupción que tenemos en España. Y es curioso cómo la gente se escandaliza de la situación. Cuando en nuestro país, el "sobre" ha sido una de la identidad propia de los españoles.
Pero claro, ahora todos saltan indignados cuando se escucha que personas han sido financiadas, es decir, manipuladas y empujadas con dinero para favorecer o enriquecerse a costa del dinero de los demás.

Pero creo que es un buen escarmiento para todos. Porque hemos vivido en la cultura del engaño, de la estafa de acercarnos a personas influyentes para dar saltos jerárquicos que nos posicionen en lo más alto de la cúpula. Y da igual que seamos políticos que empresarios que don nadies (que para quitar dramatismo a esta palabra decir, que todos somos importantes).

Y es triste saber que vives en una sociedad dónde el que está en un cargo o puesto de responsabilidad, y hablemos de cualquier esfera social, no es precisamente la persona más habilitada para ello, ni la más preparada, ni la que más esfuerzo hacer por conseguir resultados. Si no quienes saben cómo camelarse a los que ostentan poderes, los que saben como tejer artimañas para conseguir sus objetivos, quienes, como en la selva, derrumban lo que haga falta con tal de sentirse unos centímetros por encima del mundo y dar órdenes, o sentirse diferente porque su bolsillo está más abultado o tiene una posición social que le permite humillar y menospreciar al que tiene por debajo.

Si, es triste que en vez de fomentar el amor, el compañerismo, la igualdad de oportunidades critiquemos acciones que en nuestra propia rutina las llevamos a cabo. ¿Qué tendrá el sentirse poderoso que lo arrastra todo?. Ojalá el mundo cambiara y ojalá estuviera ahí quien es capaz de mover el mundo en igualdad y no en desigualdad.

jueves, 3 de enero de 2013

Dedicatoria a SSMM los políticos




Señores políticos, reflexionen seriamente sobre su “estatus” porque creo que a todos se nos está hinchando algo más que la vena con tanta olor a mierda que invade el país. Siento ser tan políticamente incorrecta, pero cuando ustedes decidan actuar en consecuencia con sus ciudadanos, entonces nosotros valoraremos la posibilidad de tratarlos como se merecen, si es que se merecen algo.

A veces pienso qué clase de escrúpulos deben tener los políticos cuando ven a personas suicidarse, quemarse o quién sabe qué locura más hacer para aliviar la angustia de la insostenible situación que se está viviendo en España. Y lo más cruel de todo, es saber que han sido elegidos en su cargo –supuestamente- por los ciudadanos. Pero ¿qué clase de cinismo nos está gobernando?

Dos casos de suicidio en un mismo día, más el desempleo, más la corrupción, más el deterioro social, y muchas más cosas que debo dejar para no extenderme más son muy preocupantes. ¿Qué no se puede hacer nada? ¿Qué lo que se puede hacer es sólo acuchillar a las clases sociales más bajas? Y ¿con qué sentido?

Les pido un favor, si lo quieren en forma de carta a los Reyes Magos, porque ustedes necesitan de tanta opulencia para sentir la mirra y el oro, me rebajaré a escribirles como su subordinada, pero les pido, les exijo y les increpo, que hagan algo desde las instituciones para paliar estar muertes inocentes. Y no me digan que no se puede hacer nada, porque ese rollo ya lo conocemos y –entre nosotros- sabemos que no es verdad.

miércoles, 2 de enero de 2013

¡Bienvenido 2013!




Al llegar la Navidad siempre espero pasar unos días entre familia y amigos, y embriagarme de luces y dulces villancicos. Pero nunca lo consigo. Y es que llega la inesperada Nochebuena, dedicada a estar en familia y pasar buenos ratos y se convierte en separación, en autoridad y otra vez más, en desilusión. Pero pasan los primeros días con la casa decorada de bolas brillantes, un árbol que destella luces y un Belén hecho más por distracción que por devoción. Y vuelven los propósitos que nunca se cumplen y que se guardan en las cajas del trastero con el resto de la decoración navideña.

Y entonces, pasa una semana veloz que se desliza por mi lado casi sin rozarme hasta llegar la Nochevieja. La noche lujuriosa por defecto de todo el año, y que revive la sensación de una opulencia que no va contigo pero que te hiere porque te hace diferente al resto. Quizás sea el recuerdo de aquellas noches gélidas que guardo en la memoria, cuando era joven y lucía vestidos que ni abrigaban ni embellecían pero que te hacían pertenecer al grupo. Ya disfruté de esas madrugadas, que pasaban igual de efímeras que las de ahora, y quizás por eso, ya no las hecho tanto de menos.

Se acaba 2012 con la experiencia de un año atiborrado de reivindicaciones, de nuevos proyectos y agonías sociales. Y sin embargo, resurge otra vez el mismo sentimiento de sentirte ajena a unas tradiciones que no acompañan al fin de año como se merece, porque ni las uvas ni el cava olvidan la incertidumbre del los nuevos días que están por llegar.

Aún así, la esperanza y la nostalgia cenan juntas, y al acabar los abuelos duermen en el sofá mientras los niños juegan- y pides que esa magia dure siempre- y decoran la casa con motas de algodón que simulan la nieve que imaginan pero que el tiempo les priva. Y entre tres generaciones la casa luce y espera alerta a un nuevo año, una época de incertidumbres que acompañan la noche. Y mientras se habla de crisis y cómo solventarla, en la más pura ingenuidad, los más osados no podemos reprimir sentir cierto miedo al año que toca la puerta porque entre los villancicos de fondo, las noticias de la televisión  hablan de subida de impuestos, de luz y de agua.

¿Qué suerte tendremos los que exhibimos la clase obrera, los que sabemos que todo es una farsa impuesta, los que entendemos que así no va el mundo?  Mucho alboroto alberga mis pensamientos esta noche de fiesta. Porque no es momento de tener miedo y sí sentirse capaz de conseguir, como hacen los niños, que nieve dentro de casa y que los copos de nieve no mojen sino decoren.  Hay que sentir sus risas como el motor que de impulso al movimiento sin que la indeferencia sea una estorbo en nuestros días.

Y pese al desconsuelo de la noche más majestuosa del año llega un nuevo amanecer, cargado de risas y de sueños, de utopías y desafíos. Un día más, tan normal y tan especial como cualquier otro pero que  ante la adversidad, ante el descaro, y ante la falta de impunidad tenemos que sobrevivir por estos locos bajitos. Y aprender a reír sin saber porqué, y evitar que les roben la felicidad.

Este nuevo año aprendamos a convivir con nuestros hijos, y  a olvidar nuestros prejuicios. Preguntándonos el porqué te las cosas y dando libertad a la verdad. Que nos enseñen a no temer a las amenazas sino a combatirlas con creatividad, con amor y esperanza. Eduquemos a nuestro futuro en la espiritualidad y en la creatividad necesaria para que cambie el engranaje de éste mundo obstruido. Y sobre todo entender que continuar forma parte de cada uno y éste 2013 es el año de la victoria del ser humano.