martes, 7 de octubre de 2014

El sacrificio

El sacrificio



Si algún día tuviese la oportunidad de pedir un deseo sería este: “La desaparición de los políticos”. Aunque no de todos, si no de esos que con sus actos ponen en grave peligro la salud y el bienestar de un país.

El ébola no es un virus nuevo ni que nos pilla por sorpresa. Es una epidemia que ya tiene su historia en los países de África, pero como bien dice una amiga, es ahora cuando se ve el peligro, cuando traspasa las fronteras de Europa.

Gracias a la irresponsabilidad del poder y la prepotencia de quienes gobiernan o de los que mueven los hilos como títeres de los gobernantes ya tenemos en nuestro país  la suficiente dosis de alarmismo, inquietud y malestar para sentir el miedo correr por las venas.

Pero hay un dato curioso que me hace reflexionar y esclarecer la realidad de lo que está pasando, y ahora hablo de Excalibur: el perro. Un animal que se ha convertido en protagonista en horas por el inminente sacrificio de su futuro. Y muchas asociaciones, colectivos y personas se han volcado en detener dicho acto alegando otras vías para salvar al animal. Posturas encontradas que, bajo la objetividad, ven el animal el foco de la epidemia.

Ahora bien, quien observa lo ocurrido ve la paradoja entre los políticos y los ciudadanos: Sacrificio. Una palabra que llevamos años arrastrando y que se nos exige sin garantías. Van a sacrificar al perro de la misma manera que han sacrificado a España con el ébola. Van a matar a un perro de la misma forma que han acabado con nuestro país, sin reparo y sin garantías. Porque los ciudadanos ahora miramos a los políticos con la clemencia de los agonizantes. Con el miedo incrustado en la pupila.
Ya se nos ha impuesto un nuevo sacrificio el de agonizar de nuevo. ¿Y ahora nuestras fronteras, nuestra expansión, nuestro día a día? ¿Cómo se verá afectado el país con el anuncio del virus entre sus habitantes?


Ahora que las decisiones de nuestros políticos y responsables han marcado la nueva trayectoria, ahora es cuando toca que cumplan con su deber y que se actúe tal cual esperamos los ciudadanos: Con rigor y profesionalidad y que un país desarrollado como España sepa hacerle frente a este grave problema. Pero, ¿serán capaces nuestros políticos?


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