lunes, 16 de marzo de 2009

Para todos aquellos que juzgan...

Una parte de mi vida...

Una vez sentí que dentro de mí había vida. Unas simples rayitas rojas me dieron la noticia: ¡Estaba embarazada!
Ese fue el instante que cambió mi vida. Sentir que podía dar la vida a un ser, que en esos momentos era diminuto, casi ni apreciable y que sin más ocupaba ya todo mi ser.
Pero todos estos sentimientos tuvieron un final trágico. Todos ellos acabaron vaciándome como mujer y dejándome una ausencia en mi vida, que pocos comprenden y que yo todavía lloro.
Cuando las cosas son imprevisibles nos acercan hasta nuestros propios límites, esos que ni nosotros mismos conocemos.
Fue la decisión más dura que he tenido que tomar y el rincón de mi vida donde más soledad albergué. Pero sobre todo, la tristeza inundó mi corazón, porque aquella niña, a la que íbamos a llamar Lucía, no pudo agarrarse a la vida.
Fue alrededor de un mes lo que duró aquella angustia, 17 semanas dentro de mí. La constante lucha en mi interior y mis constantes rezos que pedían clemencia allá donde pudiese encontrarla.
Es cierto, que sin ser católica ni practicante, fue la Iglesia, el silencio de la Iglesia, la que supo calmar mi dolor, la que evitó que el mundo entero, ese que también se proclama a veces justiciero y ecuánime, me martilleara la cabeza con insolentes comentarios.
No sé porque lo hice. No sé si fue lo más correcto. Lo que sé es que nadie pudo consolarme. Que cada mujer, en su situación distinta y diferente. En su rol de ser madre y dar la vida. En la cruda decisión de seguir o de parar. Nadie puede ser nuestro verdugo y menos cuando sus palabras duelen, incluso más que la propia decisión de hacerlo.

1 comentario:

  1. Estremecedor para unos padres y, sobre todo, para una madre, que desea recoger el fruto producto del cariño y que ha cuidado con tanto esmero durante tantas semanas, para que al final, se encuentre con semejante revés; la pérdida de lo que más se puede querer y aquí, coninciden todas las madres, unido a la falta de apoyo y comprensión, propios de un mundo deshumanizado y lleno de contradicciones.
    Un enorme drama.

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