lunes, 2 de marzo de 2009

Bitácora día segundo: "El despertar"

Es curioso como amanece un nuevo día y se tiene la sensación de que todo es diferente. Mi despertador suena a las seis de la mañana, desde hace ya más de diez años. Me he acostumbrado a levantarme antes que el día, a no perder el tiempo mientras veo pasar los minutos decidiendo cual es el momento ideal para levantarme y enfrentarme al nuevo día que acontece.

Desde hace más de quince años, sin darme cuenta, como si fuese una lánguida capa de moho que me cubre la piel, he adquirido hábitos de los que no consigo desprenderme. Es fácil acostumbrarse a ellos: a prescindir del olor a leche caliente de un cazo y necesitar la taza de agua hirviendo que sale del microondas, a olvidar los momentos vacíos de televisión representados con el “nodo” de las seis de la mañana en el monopolio televisivo y estar haciendo zapping en todos los canales del tdt, a olvidarme del olor a papel impreso en el desayuno y leer las noticias en la pantalla plana del portátil con un vaso de plástico lleno de café.

Las diferencias imperceptibles que se escurren entre los días comienzan a agudizarse en estos momentos difíciles. No conozco el momento de inflexión en el cual todo comenzó a cambiar. Ni supe darme cuenta de que las diferencias, entonces inapreciables, se convirtieron en el proceso evolutivo de un cambio muy significativo que se ha nutrido de mi sangrado y abastecido sin reparos de mi angustia.

Y es curioso cómo así, con ese nuevo miedo sugestionado, llego a la meta de mi destino de cada día.

1 comentario:

  1. Que meta tan triste, cada día que pasa la misma rutina, y la misma melodía desafinada. Esperemos que la ilusión devuelva nuestra sonrisa y espontaneidad. Muchos besos

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