martes, 12 de mayo de 2009

La luna

La luna, tímida, entra en nuestra habitación y cubre con su luz tu cuerpo que descansa. Con su halo plateado se desliza sobre ti, sin darse cuenta de que la observo inmóvil, mientras ella se introduce, al mismo tiempo que la noche, dentro de tí.
Se detiene en cada rincón de tu piel y lo ilumina. Ajena a mis miradas, roza con su halo de luz tus labios, mientras cierra los ojos. Y tú le respondes a cada beso y a cada caricia, y te aferras a las sábanas de raso que apenas cubren tu cuerpo desnudo.
La luna, usurpadora de mi lugar, se muestra ardiente en su deseo sin responder a los celos de mi mirada.
Las estrellas la escoltan. Una suave ráfaga de aire, como dedos juguetones, retozan en los bucles de tu cabello., un suspiro de aire que se cuela por nuestra ventana, para calmar el sudor de tu piel.
Y tú y la luna gozáis frente a ellos: cómplices de la amante plateada, dejándome inmóvil en este otro lado de la cama.
La noche despierta con tus gemidos y tus gozos, en un cielo oscuro brillante y cómplice de vuestro amor.
Solo cuando se alejan, cuando dejan de ser mis enemigos, mis manos buscan las tuyas, mis labios quieren secar los tuyos, aún de tu amante indiscreta, aún dolida por compartir tu amor en silencio.

1 comentario:

  1. He sentido las caricias de la luna en mi piel. Ha conseguido trasladarme a esa noche, de celos y amantes. Me encanta. Un estilo muy propio tuyo

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