martes, 14 de julio de 2009

Injusticias

En nuestra vida profesional todos cometemos errores. Pero no es lo mismo que un escritor escriba casa (de hogar) que case, ese error es insignificante porque su trascendencia solo implica al lector a buscar en su mente la palabra adecuada al contexto.

Tengo que comenzar así de suave este carta porque lo verdaderamente dramático y aterrador del caso del bebé de Dalilah, es la falta de rigor profesional de las personas que lo han atendido. Sí, todos cometemos errores, pero nuestra responsabilidad en nuestros lugares de trabajo debe adecuarse a nuestras obligaciones. El caso de este bebé es alarmante por su mala gestión sanitaria como por la misma ineficacia que provocó la muerte de su madre.

Debo reconocer que tengo miedo de ser dirigida por corruptos, defendida por maleantes y atendida por personas que carecen de escrúpulos en sus puestos de trabajo.

La población es salpicada cada vez más de noticias como estas. Noticias marcadas de muerte que se transforman en signos que reclaman libertad y justicia.

Seamos conscientes de la sociedad que queremos y luchemos por ella. Mando mis más sinceras condolencias a la familia en esta nueva desolación.

1 comentario:

  1. Buen artículo estimada amiga, demuestras mucha humanidad, por este desgraciado suceso, y también, para que, de una vez para siempre, se puedan exigir las responsabilides, de un colectivo, como es, todo lo que representa un colegio oficial de médicos que, a parte de no actuar, se dedican a encubrir a unos "profesionales", que sus errores, dejan sin vida, por errores a muchas personas; esta cosa es conocida, por todos; sólo hay que consultar la prensa, y veremos que, con esta gente, en muchas ocasiones, es morir por Dios.
    Fuera ya este corporativismo y más humanidad.
    Esta cosa que ha ocurrido al igual que tantas, es DEPRIMENTE.

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