El sacrificio
Si algún día tuviese la oportunidad de pedir un deseo sería
este: “La desaparición de los políticos”. Aunque no de todos, si no de esos que
con sus actos ponen en grave peligro la salud y el bienestar de un país.
El ébola no es un virus nuevo ni que nos pilla por sorpresa.
Es una epidemia que ya tiene su historia en los países de África, pero como
bien dice una amiga, es ahora cuando se ve el peligro, cuando traspasa las
fronteras de Europa.
Gracias a la irresponsabilidad del poder y la prepotencia de
quienes gobiernan o de los que mueven los hilos como títeres de los gobernantes
ya tenemos en nuestro país la suficiente
dosis de alarmismo, inquietud y malestar para sentir el miedo correr por las
venas.
Pero hay un dato curioso que me hace reflexionar y
esclarecer la realidad de lo que está pasando, y ahora hablo de Excalibur: el
perro. Un animal que se ha convertido en protagonista en horas por el inminente
sacrificio de su futuro. Y muchas asociaciones, colectivos y personas se han
volcado en detener dicho acto alegando otras vías para salvar al animal.
Posturas encontradas que, bajo la objetividad, ven el animal el foco de la
epidemia.
Ahora bien, quien observa lo ocurrido ve la paradoja entre
los políticos y los ciudadanos: Sacrificio. Una palabra que llevamos años
arrastrando y que se nos exige sin garantías. Van a sacrificar al perro de la
misma manera que han sacrificado a España con el ébola. Van a matar a un perro
de la misma forma que han acabado con nuestro país, sin reparo y sin garantías.
Porque los ciudadanos ahora miramos a los políticos con la clemencia de los
agonizantes. Con el miedo incrustado en la pupila.
Ya se nos ha impuesto un nuevo sacrificio el de agonizar de
nuevo. ¿Y ahora nuestras fronteras, nuestra expansión, nuestro día a día? ¿Cómo
se verá afectado el país con el anuncio del virus entre sus habitantes?
Ahora que las decisiones de nuestros políticos y
responsables han marcado la nueva trayectoria, ahora es cuando toca que cumplan
con su deber y que se actúe tal cual esperamos los ciudadanos: Con rigor y
profesionalidad y que un país desarrollado como España sepa hacerle frente a
este grave problema. Pero, ¿serán capaces nuestros políticos?