Soy madre de tres niños, dos escolarizados en ese colegio llamado Clara
Campoamor que es tan perseguido por la Consellería y por los acérrimos de
castellanizar España y ningunear el idioma valenciano. Y cuyas acciones bien
alimentan el ego de quienes, en el poder, también lo desean.
El motivo de este escrito es el de denunciar el acoso psicológico
que sufre el profesorado constantemente, bien por parte de Consellería o bien
por los individuos antes citados. Ya que resulta que las últimas noticias que
hemos tenido han sido precisamente un nuevo ataque al profesorado. Concretamente
contra una profesora interina que
ayer ejercía su derecho a la libertad de expresión y a su protesta, y que llevaba
un cartel en el que pedía que se valorara su trabajo, porque los derechos
firmados y pactados en el vigente acuerdo de estabilidad de interinos, ha sido machacado
por Consellería, condenando a los interinos con más de 15 años de experiencia
al paro sin tener en cuenta ni su labor educativa, ni su experiencia docente.
Y esta protesta parece que ha molestado mucho a algunos padres, que actuando
como auténticos paparachis hasta han inmortalizado sus denuncias con fotografías.
Me parece un acto totalmente incongruente el que se amoneste
al profesorado por su forma de expresión, cuando se permite públicamente el ser
estandartes de grandes empresas de moda, promocionando gratuitamente las marcas
de industrias que explotan incluso a niños. Pero claro, eso lo permitimos.
Dejamos que las empresas entren en los colegios a buscar a futuros clientes
potenciales, o usar a los niños como cebo para el consumo de los padres. Eso no
lo denunciamos, eso lo permitimos. Y sin embargo, ponemos la zancadilla a
profesores, les exigimos más trabajo y avivamos el odio entre algunos padres y
maestros.
Sin embargo, yo no estoy de acuerdo en este acoso y derribo,
ya que les debo mucho a los profesores, y como defensora de la Escuela Pública
y de Calidad exijo la protección de aquellos a quienes he delegado mi total
CONFIANZA Y RESPETO y se les deje trabajar con dignidad sin más atropello.
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